Entretanto, Bruselas se desentiende de las peticiones de ayuda y exige explicaciones a España para un asunto que se teme que vaya a más.
Y es que, para los inmigrantes que logran cruzar la frontera, cruzar las puertas del Centro de Estancia Temporal de Melilla les supone la salvación. En el centro se les facilita comida y atención médica y tienen 450 plazas.
Pero tras la última avalancha vuelven a estar desbordados. No hay camas suficientes y han tenido que pedir ayuda al ejército.
Para muchos subsaharianos, Melilla es la sala de espera para intentar llegar a la península. Permanecen en la ciudad meses e incluso años antes de que se resuelva su situación.
Suleimán, de Guinea-Bissau es uno de los recién llegados. A través del móvil comunica a su familia que ya está en Europa; ha permanecido más de un año oculto en los montes marroquíes hasta dar el salto. En Ceuta, el centro de estancia temporal también está al límite. Alberga a 592 inmigrantes, 80 más que su capacidad real. Cinco meses después, Pascal es alguien que sigue esperando su oportunidad para cruzar a la península.
Se teme que la presión migratoria vaya a más, sumado a la ya existente en el sur de la península. Las autoridades de Ceuta y Melilla preparan ya una reunión para abordar el drama humano en sus fronteras.